Didier llega a casa agotado, siempre ha sido un manitas y como cada día ha recorrido medio París haciendo pequeñas chapuzas de fontanería, arreglo de electrodomésticos, reparando algún tejado… En el anillo 4 de París todo está viejo así que por el momento parece que no le va a faltar trabajo, aunque cada día la cosa está más difícil, muchos de sus clientes habituales ya sólo pueden pagarle intercambiando servicios o alimentos que cultivan en sus propios edificios.